Sondeo Nodular explora formas de conocimiento, percepción y narración entrelazadas en las profundidades marinas.
Basado en una investigación colaborativa y en la construcción poética de mundos, el proyecto transita entre prácticas visuales, sonoras y especulativas para abordar la opacidad, fragmentación e incognoscibilidad de los entornos abisales. Centrado en los nódulos polimetálicos y la Zona Clarion–Clipperton como figuras clave, el proyecto cuestiona los relatos extractivistas y las epistemologías lineales mediante la construcción de un vocabulario plural de respuesta. En lugar de explicar el océano profundo, Sondeo Nodular busca sondearlo: habitar la parcialidad, los cambios de escala y las relaciones sumergidas más allá de la representación.
Situado en la pluralidad y la opacidad a través de la acogida de lo incognoscible, Sondeo Nodular es un proceso de construcción de mundos que busca tanto involucrarse con las realidades opacas y las profundas incertidumbres del futuro de nuestro planeta oceánico como rechazar las narrativas homogéneas (heroicas, extractivas e inhumanas) que pretenden saber más y mejor, pero que alimentan el fin de los mundos. Propone comprender nuestro mundo acuático en sus propios términos, contemplando junto a su entorno más misterioso, abundante y esencial: el océano. Al asumir la coexistencia fragmentada, plural, densa y transescalar del océano, Sondeo Nodular se convierte en un dispositivo especulativo de narración para fabular dentro de los desconocimientos de estos tiempos abis(m)ales.
¿Cómo se ha abordado históricamente el conocimiento del océano desde la ciencia, la industria y los gobiernos?
La exploración humana ha intentado y sigue intentando conocer el océano con certeza mediante la producción científica de conocimiento, lo que requiere actos de exploración, mapeo, recolección, clasificación, cuantificación, modelización y simulación. Los objetos de estudio son extraídos, desmembrados y viviseccionados, desplazados de sus entornos originales con la esperanza de conocerlos mejor. A medida que las mediciones y modelos simulan e imitan mundos, los cortes hechos para estudiar y replicar un aspecto del fenómeno crean bifurcaciones y fisuras: lo conocido y sus rastros sombríos, lo desconocido. Las herramientas científicas tienen un alcance limitado para mediar con las realidades de suelos oceánicos cambiantes, eruptivos y cubiertos de sedimentos, donde la luz solar no alcanza. Los intentos de comprensión plena fracasan y esos rastros persisten. Los objetivos de cartografiar todo el lecho marino para 2030 y de crear “gemelos digitales” del océano abstraen aún más los mundos húmedos mediante convenciones de tecnologías basadas en tierra. El conocimiento producido por estos esfuerzos facilita la parcelación, explotación y mercantilización creciente del océano a través de la agencia humana, al dividir el océano en cuadrículas y mundos.
¿Por qué es crucial contar historias otras y plurales para el futuro del océano?
Sostener un espacio para lo incognoscible y acoger la resistencia inherente de ciertos entes a ser plenamente conocidos va en contra del paradigma dominante de la Ciencia, que busca resolver incertidumbres mediante una producción continua de conocimiento 'objetivo'. Saturadas de profundas incertidumbres, las cuestiones climáticas y ambientales actuales relacionadas con el océano siguen siendo transescalares, enredadas y solo parcialmente visibles. La toma de decisiones ecológica, social, económica y política a nivel global está íntimamente ligada a los futuros oceánicos. Sin embargo, las escalas temporales geológicas del impacto y la inmensa complejidad de las crisis globales entrelazadas escapan a la comprensión humana. Los planes fracasan al no reconocer las realidades presentes con humildad. Hay grandes desafíos en comunicar la gravedad de las preocupaciones, conectar emocionalmente y movilizar acciones. Esto sugiere que necesitamos un enfoque diferente para narrar.
¿Por qué los nódulos polimetálicos?
El descubrimiento y la categorización humana de los nódulos polimetálicos se atribuye a la expedición del HMS Challenger en el siglo XIX, registrada en el Report on the Deep-Sea Deposits (1891). Estas masas se convirtieron en el horizonte de nuevas fantasías extractivas y reclamaciones oceánicas de "territorios", iniciadas en los años 70. Como objetivos de prospección, se les ha objetualizado como minerales “críticos”, recursos singulares y esenciales para servir a la humanidad en la transición hacia la energía verde y un futuro urbano sostenible. Sin embargo, su extracción implicaría un enorme gasto energético y un grave daño ambiental: desde la remoción de estos cuerpos abisales hasta la metalurgia extractiva que disgrega sus ensamblajes geoquímicos en elementos comerciables (sulfato de níquel, sulfato de cobalto, cobre, manganeso). Aun así, el futuro ya se proyecta como “metálico” por parte de empresas mineras y consultoras de diseño, mientras que barcos perforadores de petróleo se transforman en recolectores de nódulos. Mientras los nódulos de reemplazo, los cables submarinos, las tuberías y la pesca destructiva surcan el fondo oceánico, las empresas siguen invirtiendo en el desarrollo de tecnologías para explotar los ecosistemas de aguas profundas. La ciencia aún no comprende del todo cómo se relacionan los nódulos con la vida y los sistemas planetarios. Las evidencias que complican o ralentizan la eficiencia de los grandes planes son refutadas mediante réplicas cuidadosamente construidas, todas reclamando la verdad científica. Las empresas privadas maniobran para actuar al margen de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) y la Convención del Mar (UNCLOS), instituciones fundamentales para la solidaridad global, pero con escasa capacidad de aplicación cuando falla la diplomacia. A pesar de todos estos intentos, los propios nódulos y el entorno que habitan se resisten a ser esencializados y comprendidos plenamente. Siguen siendo complejos, múltiples y enredados: el otro irreductible.
Marco ampliado de Sondeo Nodular
Sondeo Nodular da lugar a perspectivas parciales divergentes a través del ensamblaje de mundos nodulares arraigados en relaciones rizomáticas, el derecho a la opacidad, la creación de parentescos y el compromiso poético (en su sentido más amplio: mito, narración, lenguaje en sí mismo). La lenta y fragmentada construcción de mundos en el lecho oceánico propone una narración plural y no lineal que reconoce la imposibilidad humana de conocer el océano como un todo. En lugar de buscar saber, se busca fabular: abrazar la otredad, la complejidad, las incertidumbres, las multiplicidades, las alianzas y las interconexiones para fomentar la improvisación, la resiliencia y futuros colectivos co-creados que trabajen con lo incognoscible. Por ejemplo, el océano profundo y sus nódulos poseen una agencia que se niega a la extracción permaneciendo desconocidos. Aceptar el misterio, la opacidad y la agencia de aquello que resiste ser comprendido plenamente implica superar las nociones singulares de progreso basadas en la acumulación de conocimiento científico como prueba de futuros deseables (en su mayoría antropocéntricos), y las narrativas homogéneas, frecuentemente extractivas e inhumanas, que las acompañan.
“Una de las paradojas de la gobernanza oceánica es que el organismo encargado de proteger los fondos marinos del daño es también quien autoriza su explotación. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos opera menos como un regulador neutral que como una estructura que se autolegitima — redactando marcos legales que permiten la extracción mientras pospone la cuestión del daño irreversible..”
Collage: ©Davide Marcianesi
“El océano es un lugar donde el sonido tiene primacía sobre la vista, donde el sonar se convierte en un modo de conocimiento, y donde escuchar se vuelve un acto científico, militar y cultural.”
Mundos Mezclados para Tiempos Abismales
de Monica Hutton
Los mundos están destinados a fundirse antes de siquiera conocerse, mientras el océano se divide en cuadrículas abstractas para clasificarlo, registrarlo y pesarlo. Este dispositivo especulativo de narración propone abrir espacio para que las imaginaciones políticas y ecológicas coexistan, rechazando los relatos extractivos homogéneos que se precipitan hacia el abismo. Las contradicciones y motivaciones cruzadas que configuran los futuros oceánicos son realidades inquietantes con las que se puede fabular, pues muchos futuros existen al mismo tiempo.
Cada nódulo de aguas profundas es un mundo cósmico formado alrededor de un fragmento. A lo largo de millones de años, capas de hierro, manganeso y otros metales se acumulan alrededor de un pedazo de concha, hueso, planta o fósil.¹ Aunque su descubrimiento por parte de humanos ha sido atribuido a la expedición del HMS Challenger del siglo XIX, la ciencia aún no comprende profundamente cómo los nódulos se relacionan con la vida. Documentados en el informe de exploración Report on the Deep-Sea Deposits² (1891), estos mundos nodulares fueron triturados y hallados con “polvo cósmico” — esferas cósmicas que cayeron a la Tierra desde meteoritos. Estos microcosmos se dispersan por el fondo marino como una constelación de relatos antiguos que se conectan mucho más allá de sus cuerpos físicos, con núcleos no humanos. Complejas comunidades microbianas en cada geografía extraplanetaria extraída del lecho marino son observadas bajo el microscopio.
Leer más...(El contenido adicional está disponible solo en inglés por el momento.)
Daño Inaudible, Epistemologías de la Evasión y las Métricas del Desconocimiento Profundo
de Burak Korkmaz Schwichow
Aproximadamente el 20% del fondo marino global ha sido cartografiado con batimetría de alta resolución¹, y aún menos ha sido analizado biológica o químicamente. Sólo en la Zona Clarion–Clipperton, se estima que existen más de 5.000 especies nuevas² — la gran mayoría de ellas no descritas, no clasificadas o escasamente comprendidas. Las líneas de base ambientales son prácticamente inexistentes en la mayor parte del océano profundo, con vacíos de conocimiento que abarcan no sólo los taxones biológicos, sino también las estructuras sedimentarias, las interacciones ecológicas y los procesos geoquímicos.
Hace tiempo que hemos cruzado ese umbral. Más allá de simplemente señalar vacíos de datos, más allá de la disculpa cartográfica de “información no disponible”, ahora contemplamos una fractura más profunda — los desconocimientos incognoscibles. No se trata de acceso, ni de una carencia de infraestructura de datos. Es la indecibilidad de aquello que resiste no sólo la medición, sino incluso la clasificación. ¿Y si el lecho marino alberga daños tan profundamente entrelazados con escalas temporales y biológicas que no pueden ser asimilados en una leyenda, un registro, un anexo científico? ¿Y si no se trata sólo de lo aún-no-conocido, sino de lo nunca-por-ser-conocido?
© 2025 Nodular Fathoming.
Desarrollado como parte del programa Organismo por
TBA21–Academy
y
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Equipo del proyecto
Sarah Rose Bieszczad
Monica Hutton
Burak Korkmaz Schwichow
Davide Marcianesi
Válvula
Markus Reymann – Co-director de TBA21
Pulsos
Eduardo Castillo Vinuesa
Grandeza Studio
Inferstudio
Riar Rizaldi
Lo-Def Film Factory (François Knoetze y Amy Louise Wilson)
Yuyan Wang
Armin Linke
Merve Yücel (Salt Istanbul)
Eylül Şenses (Salt Istanbul)
Membrana
Nina Šperanda
Canales
Instituto de Ciencias del Mar
Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona
Centro de Supercomputación de Barcelona
Disseny Hub
Hangar
Líneas de investigación
Louise Carver
Michal Kučerák
Aleksandra Czerniak
Pietro Consolandi
Colaboradores
Aouefa Amoussouvi
Tabita Rezaire
Joel Vacheron
Safouan Azouzi
Massa Lemu
Island School of Social Autonomy
Cassie Thornton
OSP – Open Source Publishing
Diego Blas
Elsa Casanova
N. Katherine Hayles
Orit Halpern
Christiane Bosman
Lucy Ward
Peter Doran
Lina Meruane
Equipo Organismo
Jon Aranguren Juaristi
María Buey
Lucas Orozco
Marta Jiménez
Agradecimientos especiales
TBA21, TBA21 Academy
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
BAU College of Arts and Design of Barcelona
Domestic Data Streamers
Sonamar



























